Aunque no lo parezca, es muy común llevar un impostor dentro. 7 de cada 10 personas han padecido el síndrome del impostor a lo largo de su vida. Es un síndrome que crea inseguridad, angustia y malestar. Se da en multitud de personas y nos impide trabajar en armonía con uno mismo para conseguir los objetivos.

El síndrome del impostor se define como la incapacidad de valorar nuestros logros, nuestros éxitos, la sensación de no estar a la altura, de ser competente. Nos hace sentir como un fraude, en definitiva: como un impostor. Es más común que este síndrome aparezca en profesiones donde existe una gran competencia, aunque también se da en otras áreas.

Síndrome del impostor: ¿Cómo identificarlo?

El miedo y el estrés son los elementos clave para la aparición del síndrome. Como indica David Gómez, coach de ASESCO, “Este síndrome surge a menudo cuando trabajamos objetivos laborales con el cliente en los procesos de coaching. Ya sea cambiar de puesto de trabajo, pedir un aumento de sueldo, poner encima de la mesa la valía profesional de la persona, entre otras cosas, determinará su grado de autovaloración profesional y cuan de afectado está por este síndrome. Se puede dar en cualquier profesión y nivel profesional».

Normalmente se consigue subsanar con la experiencia, el tiempo, etc. Ese síndrome del impostor (no voy a saber hacer mi trabajo) desaparece, pero hay veces que se agrava y empeora. Es ahí cuando las cosas se complican y es necesario acudir a un profesional.

¿Cuáles son los síntomas del síndrome del impostor?

1. Sentir que “no me merezco el puesto en el que estoy”. Pensar así nos lleva a sentir que nunca uno está preparado del todo. Surge el miedo y la comparación con los demás. Llegando a convencerse que todo el mundo está mejor preparado que uno mismo.

2. No valora su trabajo: si la persona se quita valor y piensa y dice que donde ha llegado ha sido gracias a la suerte.

3. Es un síndrome muy común en personas exigentes y perfeccionistas. Personas que tiene que trabajar muy duro para justificar el resultado de su trabajo. Como no se valoran, no lo achacan a su talento e inteligencia, sino al trabajo duro.

4. Son personas estresadas y preocupadas. Cuando están padeciendo el síndrome del impostor, les puede llegar incluso a afectar, a mayor grado, a no ser capaces de pedir un aumento por miedo a no estar a la altura. Miedo a cambiar de trabajo por no ser competentes.

Síndrome del impostor: Las soluciones

1. Fortalecer la autovaloración profesional: Para ello hay que sacar a la luz todos los recursos, habilidades y competencias que tiene, que le hacen único en su forma de trabajar y de contribuir a su entorno profesional. Hay que valorarse, no quitándose valor. La persona que padece el síndrome debe intentar sentirse orgulloso de su trabajo. Debe dejar de juzgarse y compararse con los demás. Cada persona es única.

2. Darse un capricho como recompensa: Cuando se consigue el objetivo, se hace bien el trabajo, es aconsejable regalarse algo. De esta forma activamos el sistema de recompensa cerebral que refuerza lo que nos da placer y querremos volver a repetirlo.

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