Ese dicho común y conocido nos viene a decir que no debemos confundir la caída del pelo fisiológica que se produce comúnmente entre junio y noviembre, y con más intensidad a la vuelta del verano, con la alopecia. En todo caso, no todo el pelo del cuero cabelludo se encuentra en la misma fase de recambio. Habrá años en los que este recambio natural sea mínimo, pero, generalmente, cada cuatro o cinco años se producirá un gran recambio capilar o, lo que es lo mismo, una importante pérdida temporal de pelo.
Esta caída importante de nuestro cabello no implica que exista alopecia, no nos alarmemos. Simplemente nos encontramos ante una parte del ciclo vital del cabello.
Son precisamente entre los meses de junio a noviembre, en ocasiones antes, cuando experimentamos un aumento de la caída del cabello que puede llegar a resultar muy preocupante. Lo más importante es que exista un equilibrio entre el cabello que cae y el que nace. Después del verano se acelera el ciclo de crecimiento del pelo y éste coincide con una caída masiva. Sin embargo, este es un problema intrascendente que tiene buena solución. Sólo en aquellos casos que de fondo exista alopecia de tipo androgenética o efluvium esta caída será más llamativa y deberíamos realizar un tratamiento médico paliativo y acudir rápidamente a un especialista.
El número de cabellos que perdemos a diario oscila alrededor de 80 a 100 unidades. Si no existiese una repoblación adecuada, lo perderíamos por completo en un período de tres meses aproximadamente. Los tratamientos dirigidos al control de la alopecia no pueden evitar completamente la caída del cabello pero van dirigidos a regular el ciclo folicular natural del pelo. El objetivo es lograr un equilibrio entre el cabello que cae y el que nace.
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