Cualquier momento es bueno para conectarse. Muchas personas aprovechan incluso los breves trayectos en ascensor o las visitas al baño para responder correos o enviar mensajes con el móvil. Otras incluso duermen con el móvil en la mesilla de noche “por si acaso” (como si el mundo dependiera de que se conteste una llamada) y si no fuera por el miedo a romper la pantalla incluso lo pondrían debajo de la almohada. Se ha llegado a límites que resultarían cómicos si no fuera porque va en ellos la salud, tanto de los que ahora son adultos como de las siguientes generaciones, que difícilmente adquirirán hábitos tecnosaludables si quienes tienen que darles ejemplo no lo hacen. Por tanto, tal y como destaca Gabriela Paoli, psicóloga y experta en adicciones tecnológicas, es necesario cambiar ciertos hábitos nocivos si se quiere mantener a raya al tecnoestrés, y fundamentalmente evitar que vaya a más.

En este sentido, la experta señala que estos hábitos nocivos, como todos los hábitos, son adquiridos, por lo que pueden cambiarse. Para cambiar un hábito es preciso sustituir la conducta integrada por una nueva y repetirla hasta que se convierta en un nuevo hábito. Paoli destaca cómo con el inicio del nuevo año, es, quizás, un buen momento, para cambiar esos hábitos de hiperconectividad, como son llevarse el móvil a todas partes, abrir el correo 50 veces al día, consultar una aplicación constantemente para ver quién ha escrito, etc. Para combatir esta inercia, primero hay que desearlo y luego Gabriela Paoli aconseja poner en marcha una serie de puntos.

Conciencia

“Todos nos resistimos a cambiar de hábitos, porque significa cambiar rutinas, formas de pensar, y salir de nuestra zona de confort” advierte Paoli, a lo que añade “no te sientas culpable cuando te suceda, es algo normal. Por eso necesitarás la conciencia: para darte cuenta de cómo estás actuando y de tus resistencias internas. Aceptar es el primer paso para poder cambiar”.

Voluntad

Es necesario hacer un esfuerzo, como cuando se sostiene un peso muy grande con los brazos. La inercia (el hábito) es como la fuerza de la gravedad, que empuja el peso hacia el suelo. Para que no caiga, al principio hay que ejercer una fuerza consciente y voluntaria en sentido opuesto y sostenerla en el tiempo.

Motivación

Para mantener la voluntad será necesario un buen motivador. En este sentido, la experta aconseja tirar del locus de control (LOC) interno. Las personas con LOC interno tienden a percibir que sus actos y las consecuencias derivadas de éstos, dependen de su propio control. Estas personas suelen asumir mayor responsabilidad, se muestran más optimistas, tienden a realizar acciones encaminadas a preservar su salud, etc. Es importante preguntarse PARA QUÉ voy a hacer este cambio. Y esta respuesta debe tener un sentido para uno mismo, “una posibilidad es imaginar todo lo que podrás hacer cuando adquieras el hábito de desconectar y dediques menos tiempo a vagar sin rumbo por internet, por las redes o por ciertas aplicaciones”.

Planificación

Las buenas intenciones sin un plan de acción se quedan muchas veces sólo en eso: en simples buenas intenciones. Si no hay cambio, no hay mejora. Si el propósito es desconectar para ganar tiempo y salud, hay que planificar cómo se va a hacer, ponerlo por escrito, firmarlo y colgarlo, por ejemplo, de la puerta de la nevera. “Una estrategia que puede ayudarte, es por ejemplo, proponerte poner el móvil en modo avión desde las 8 de la tarde hasta las 8 de la mañana del día siguiente, variando ligeramente el horario el fin de semana en función de tus actividades. Debes mantener el plan al menos durante un mes para empezar a vencer tus resistencias internas e incorporar el nuevo hábito” aconseja Paoli. En este punto es importante buscar “aliados” es decir, informar al entorno de que se va a poner en marcha esta estrategia. Algunos se reirán y otros pensarán que ellos también deberían hacerlo.

Recursos o estrategias

Hay ciertos recursos o estrategias que pueden hacer dejar los dispositivos fuera del alcance. Por ejemplo, propuestas como la Desconecta Box, una cajita de cartón, fácil de montar para tener en la mesa o escritorio del trabajo, para dejar el móvil y desconectar así de las redes sociales, las llamadas, los mensajes, etc. y conectar con nuestro presente y con las personas que tenemos alrededor en cada momento. Existen también aplicaciones para controlar el uso del móvil. De entrada, la mayoría de smartphones vienen de serie con una función llamada “tiempo de uso” que permite hacer un seguimiento periódico de la cantidad de tiempo diario o semanal de uso del móvil. Es posible ver en qué lo hemos utilizado más (en qué aplicaciones o tipos de uso), si se ha producido un aumento o disminución de uso con respecto al período anterior, establecer unos horarios de descanso en el que el móvil no sonará, bloquear contenidos que no nos interesen o restringir el uso de determinadas aplicaciones. Toda esta información nos permite tomar conciencia de cuánto y en qué usamos el móvil. Con estas herramientas se podrá reforzar la voluntad y aumentar la productividad, o sea, tu vida productiva y sentir que se dedica más tiempo a los realmente importa y aporta.

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