Si nos atenemos a su eco mediático podría parecer que la cirugía estética es cosa de famosos. Leemos, y no con poca frecuencia, que tal o cual actriz se ha puesto o quitado pecho o que el colaborador del programa de moda se ha retocado la nariz o perfilado los pómulos.

Este tipo de noticias, se amplifican según el éxito del personaje operado o “retocado”, como se denomina a los tratamientos de medicina estética tipo botox, ácido hialurónico o a las inyecciones de plasma rico en plaquetas.

Es cierto, las personas que trabajan frente a la cámara o en cuyo trabajo la imagen es uno de los ingredientes más relevantes (cantantes, influencers y socialités, como ahora llaman a los personajes de sociedad), necesitan cuidarse, mantenerse lo más jóvenes posible con el fin de optar a diversos papeles o trabajos en televisión, cine y plataformas on line.

Cinco motivos para pasar por el quirófano

Un complejo que le viene persiguiendo desde edades tempranas. A esta situación responde, por ejemplo, la otoplastia u operación de corrección del tamaño, la forma o la posición de las orejas. También el aumento de pecho o la corrección anatómica de la forma de las mamas, como la asimetría mamaria (pechos de diferente tamaño) o la mama tuberosa, que consiste en la forma tubular de uno o ambos pechos.

En estos supuestos se puede operar a menores edad que, bajo supervisión psicológica, y con el consentimiento de sus padres, vivan una situación de estrés emocional y psicológico debido a estos problemas estéticos.

Una ruptura sentimental: un divorcio o una separación, son, los motivos más comunes, según la experiencia de Martín Anaya, tras más de treinta años “empuñando el bisturí”. Sencillamente, explica, se trata de “gente corriente , que desea volver a sentirse bien, joven y guapa, para encontrar una nueva pareja o simplemente iniciar una nueva vida amorosa”. La liposucción o la abdominoplastia, las intervenciones en las que se retira la grasa excedente del abdomen, son casi obligatorias, por decirlo de alguna manera, en este apartado. Lucir nueva figura, más estilizada y sin kilos extra, es muy importante tanto para ellos como para ellas. La diferencia, explica el experto, es que la conocida como “barriguita cervecera” masculina resulta más difícil de quitar con deporte y dieta que el incremento de grasa abdominal en la mujer.

Otra cosa es que ese incremento de grasa femenino se haya producido tras varios embarazos, con lo que puede acompañado de la distensión de los músculos de la pared del abdomen. Digamos que se ha dado de sí la musculatura de la zona por el aumento del vientre materno y la posterior pérdida de volumen. En este caso, las pacientes, sobre todo si han experimentado caída del pecho debido a la lactancia, aclara Martín Anaya, suelen someterse al llamado Mommy Makeover, una combinación estética quirúrgica que aúna en una sola intervención la liposucción o abdominoplastica con la elevación y/o aumento de mamas

Como cuarto motivo, existe un deseo de aceptación social por parte de personas poco agraciadas físicamente. Hablamos de hombres y mujeres que, se podría decir, no presentan rasgos armónicos en su rostro o que quizá no se corresponden con el canon de belleza de la época que les ha tocado vivir. Las cirugías del rostro, como la rinoplastia, que se ocupa de las correcciones y funcionales de la nariz, tienen mucho que ver en este caso.

Finalmente, tenemos que citar los requisitos laborales de algunos puestos de trabajo y/o empresas en las que un buen físico o una buena presencia, como eufemísticamente se dice, cuentan para obtener el puesto deseado. El lifting facial sería aquí la operación estrella, puesto que la madurez física no siempre es valorada como madurez profesional por los reclutadores. Esta cirugía estética rejuvenece puesto que trata la flacidez de la piel y las arrugas que delatan el paso de los años.

Por último, Moisés Martín Anaya reconoce la influencia de las redes sociales, sobre todo del selfie, como carta de presentación ante amigos y desconocidos, pero le otorga mayor relación con el aumento de los tratamientos no quirúrgicos. Es decir, con las inflitraciones de botox o otras sustancias que se realizan en la clínica y que no requiere ingreso hospitalario.

Al final, a pesar de su lado frívolo, como hemos visto no siempre tan predominante, el trabajo de un cirujano estético es “hacer feliz a la gente”, finaliza Martín Anaya.

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