olea_ole_dismorfobia_belleza_trastorno

Vivimos en un mundo donde los cánones de belleza cada vez son más foco de nuestros pensamientos y actuaciones. Existen personajes que sirven de aspiración para muchos de nosotros, siendo ejemplos de belleza concretos. Es positiva la ilusión por realizar cambios, retoques o mejoras y los avances médicos nos lo permiten de forma muy saludable, pero siempre con un control, ya que cuando ésta sensación va más allá, convirtiéndose en una obsesión y una transformación de la realidad, nos adentramos en un problema, donde el aspecto psicológico es clave y su tratamiento básico para un avance.

Jorge López Vallejo, psicoterapeuta y experto en Terapia Breve Estratégica, analiza esta situación y da las claves para su recuperación. “Esto es un trastorno postmoderno que tiene una base fóbico-obsesiva. Su nombre es dismorfobia y es el miedo obsesivo a la propia apariencia física. Está en conexión con la noción postmoderna de que hemos avanzado tanto que podemos cambiar incluso lo aparentemente inmutable, como nuestra apariencia física y genéticamente determinada”.

La cirugía estética es en sí misma una ciencia útil y preciada, sin embargo, su utilización excesiva e impropia, puede volverla perjudicial y peligrosa. Cuando una persona se obsesiona sobre una peculiaridad estética que rechaza aceptar su atención se concentra siempre en esto. “La persona vive con este tormento a lo largo de todo el día, convirtiéndose en pánico a la vista del espejo o de una mirada de otros”. Afirma López Vallejo

¿Cómo se le puede poner freno?

La búsqueda de la solución en Terapia Breve estratégica consiste en que, a través del uso del diálogo estratégico, se hace sentir al paciente, y no meramente entender, que lo que estaba a punto de emprender no iba a solucionar el problema. Por el contrario, esto se convertiría en un problema que crearía otro problema, como en el juego de las cajas chinas, donde dentro de una existe otra. “La analogía con las cajas chinas es una imagen metafórica muy fuerte que representa muy bien la posible caída en un círculo vicioso con peores consecuencias posteriores. El impacto producido por el diálogo estratégico utilizado a lo largo de las primeras sesiones es tan inmediato y abrumador que los pacientes llegan a no reconocerse”, concluye López Vallejo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *